Es curioso, como se encuentra uno sin quererlo ante situaciones, donde, haga lo que haga la solución no satisface al 100%.
Estos días el pequeño McKlow está de vacaciones, le hemos sacado de la granja de cría donde se junta con otros especímenes de su edad.
Lo ideal sería que tanto yo como mi pequeña mandarina, pudieramos estar con él las 24 horas del día, de vacaciones, disfrutando de cada llanto, pataleta, risa, y juego. Pero hace tiempo que esto no es un mundo ideal, sino más bien todo lo contrario, en este pozo infecto de inmundicia donde vivimos, no existe la posibilidad de poder pasar ese tiempo con tu cría. Deberes "mucho más importantes" te obligan a ausentarte de tus "deberes menores". Así pues hemos tomado la decisión de mandarlo con sus abuelos unos días a la playa.
Gracias a esta decisión, la pequeña bestia tiene sus vacaciones, y lo más sorprendente es que nosotros también. Ahora llegas del trabajo y de los apretones del transporte subterraneo de masas, y te encuentras de que dispones de varias horas de paz y tranquillidad a tu disposición para usarlas a placer. Dormir, pasear, ir al cine, a cenar, de tiendas, una serie de actividades aparentemente comunes, pero complicadas cuando se tiene descendencia de corta edad.
Llegamos así al título del post. Por un lado, estamos tranquilos, relajados, hemos recuperado nuestra vida anterior.
Por otro, sin embargo, nos da rabia, añoranza, pena, frustación o tristeza, que el pequeño McKlow no se encuentre con nosotros para hacernos de las suyas.
Todo indica que es mejor así que dejarlo en la guardería todo el año. Que es mejor que salga que se asilvestre un poco, que disfrute del sol y del agua, que se acueste tarde, que se levante tarde, que se caiga, que mate hormigas, etc... pero no dejamos de tener morriña.
Solución, si queremos una sociedad donde los padres y los hijos estén juntos y compartan experiencias enriquecedoras, son necesarios muchos más días de vacaciones.
Ahi queda mi reflexión para la posteridad.
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