jueves, 11 de diciembre de 2008

Sobre Juguetes

Bueno, hace tiempo que no digo nada, pero es que, aparte de trabajo, poco más hay que contar... hasta ahora...
En estas fechas, uno no puede dejar de reflexionar sobre los juguetes que los reyes magos hacen llegar a nuestros hijos.
Por un lado tenemos el entusiasmo con el que los peques perciben cualquier cosa que vean en una juguetería, sobre todo cuando son muy pequeños, totalmente ajenos a cosas como el precio, o la marca, simplemente admiran cosas tan importantes como el tamaño, y la cantidad de ruido, o destellos que son capaces de emitir. Buenos ejemplos de ello son un dinosaurio del tamaño de un perro que ruge mientras se le encienden los ojos y ¿las protuberancias oseas de su espina dorsal?, el Epi que toca la guitarra, o una especie de bolsa de látex con pelos o pinchos que contiene unas bolas luminosas en el interior, que parece más algún tipo de aparato sexual no apto para epilépticos que un juguete (os prometo que esto lo he visto en los chinos, Miniyo tiene uno que se rompió a los 20 minutos, como todo lo de los chinos)
Entonces ¿deben los reyes hacer caso de dicho entusiasmo, o por el contrario basar sus regalos en criterios digamos, más adultos?
Esto me lleva a una segunda reflexión sobre los regalos para niños, que llevaba meditando desde hace tiempo, pero hoy se ha visto reforzada por una conversación con miniyo, mientras le llevaba al cole (gran momento del día). A mi pregunta de ¿cuál es su juguete favorito? me ha respondido que ¡una pistola!
Os adelanto que el enano no tiene ni una sola arma de fuego o similar en la casa.
¿Que hacer? ¿cumplimos sus deseos?, en contra de toda la sociedad que mira con malos ojos ese tipo de juguetes. O le ignoramos y le compramos los juguetes que nosotros sabemos que a él le van a gustar.

Bueno, yo por mi parte lo veo claro...

Había anochecido, era difícil saber si llovía, o había niebla, el fragor del tráfico era un murmullo constante, pero lejano. Al caminar, el eco de mis pasos rebotaba contra las paredes de los edificios. Cuando entré en el callejón, un gato y yo, nos sorprendimos mutuamente. Se encontraba sobre un contenedor de basura y al volverse, sus ojos amarillos brillaron en la oscuridad, un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Probablemente sólo reflejaban la luz de alguna farola. Saltó hacia la verja adyacente, y se escabulló entre las bolsas de basura apiladas al otro lado, este movimiento, hizo que algo cayera del contenedor al suelo, provocando un ruido demasiado estridente para la soledad de la calle.
Obviamente estaba nervioso, debía calmarme, no era para tanto.
Me fijé un poco más, la pila de bolsas de basura daban a una puerta, probablemente la cocina de un restaurante. La puerta se abrió, sobresaltándome, otra vez. El ruido de una cocina invadió el callejón, un tipo salió fuera, se detuvo en el umbral de la puerta y se encendió un cigarrillo. Era él.
Al verme, alzó la cabeza en señal de saludo. Dio una profunda calada, y tras mirar a los lados comenzó a avanzar hacia mi, la puerta se cerró, sumiendo el callejón en silencio, otra vez.
-¿Que hay tío?, ¿traes la pasta?. - Su voz era tranquila, como si hubiera hecho esto miles de veces antes.
- Si, claro, 20 euros, en billetes pequeños, como quedamos. - Mi voz, por el contrario sonó nerviosa, un poco demasiado aguda. Metí la mano en el bolsillo, gesto que hizo que el individuo, alzara una mano indicándome que me parase.
-Tranqui tío, despacio, no tenemos prisa.
-Es mi cartera, tengo el dinero dentro.- Eso sonó bastante estúpido, pero los nervios te hacen actuar de manera estúpida.
El tipo fue hacia el contenedor de basura, lo abrió, y sacó de dentro un amasijo de papel marrón que envolvía algo.
-Aquí tienes la mercancía tío.- Se acercó hasta mi, y abrió el papel mostrándome lo que había dentro. Allí estaban, una pistola de plástico negro, y una ametralladora del mismo material, ambas con los tapones rojos en el cañón, que las identificaban como juguetes bélicos. Incluso venían con sus fundas de plástico duro, y una placa de policía de plástico. Las pegatinas estaban intactas, con unas enormes letras que ponía "SWAT" y un dibujo bastante malo de unos policías con el mismo modelo de pistola y ametralladora.
Cuando fui a cogerlas, el tipo, apartó rápidamente el paquete. - ¡Eeeh! primero la pasta, luego la mercancía. Son mis reglas tío.
- Oh!, perdone, fue la emoción. - Saqué, esta vez muy despacio, mi cartera y le entregué los cuatro billetes de cinco que había estado atesorando durante semanas. El hombre me tendió los juguetes.
Instintivamente miré a ambos lados, por si había alguien mirando, y lo cogí.
-Y recuerda tío, no me conoces, y yo no te he dado eso.- Me dijo justo antes de tirar la colilla, darse la vuelta y volver hacia el restaurante, dejando salir de nuevo el atronador sonido de la cocina y cerrando tras de si la puerta.

Y allí me quedé, en medio del callejón, solo. El lejano sonido del tráfico me trajo de nuevo a la realidad, la lluvia calaba mi abrigo, y la conciencia comenzaba a pesarme. Envolví los juguetes con el papel, me puse el paquete bajo el brazo, y comencé a andar, esperando que nadie se fijara y sospechara.

Un trueno sonó en la lejanía....

3 comentarios:

  1. Bueno al leer tu post me ha venido una cosa a la memoria aunque relación tiene poca con tu post, pues va más de la subnormalidad e ignorancia de los adultos...
    http://www.youtube.com/watch?v=6HtVUuSf0Gs

    Sobre las pistolas como juguetes al igual que las espadas o "jugar al rol", si un niño sale un narcotraficante o asesina a la familia con una catana, va a ser mas de la educación que le hayan dado o lo mal de la chotera que esté que de un juguete que se le compre. Al final me veo que nos van a acabar diciendo que solo podemos jugar poliedros que eso no es ni sexista, violento, no ofende a ciertas religiones, no personifica animales, son hipoalergenicas, no se explota al tercer mundo para coserle los componentes....

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  2. te ha pedido una pistola, pero no municion, con lo que entiendo que tratara de disparar diciendo onomatopeyas salidas de su infante aparato laringeo tales como: Bang, Pum, etc...

    sinceramente, no lo veo agresivo del todo, aunque una pistola puede ser poco, comprale 2 mejor, y preguntate... si hubiera pedido una espada laser habrias escrito este post...

    El arma de un jedi es igual de mortifera (o mas) que una nimia pistola de plastico, pero seguro que lo habrias justificado de alguna manera, no??

    quiero jugar.

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  3. Sin estar de acuerdo con nadie(eso es una bandera y una declaración de principios), tengo que decir que conociendo el tipo de gustos para el cine y los dibujos animados que tienes querido Mc Klow, es irrelevante que tu simiente posea o no armamento bélico de juguete. La transmisión de valores violentos es un proceso mucho más sutil.

    No obstante citando al gran Manuel Manquiña, "igual que te digo una cosa te digo la otra". Peor es la prohibición que la abundancia... Y si no recordad a nuestras amigas las escolapias en sus primeros escarceos amorosos...


    Una vez dicho esto, debemos ceñirnos a los hechos científicos y estos son que la edad en la que se encuentra tu pequeño alienígena no distingue de ironías ni juegos de palabras y absorbe todo de una manera bastante literal. Es decir que los juguetes violentos incitan a la violencia... pero ¿acaso es violencia empuñar un arma?

    Mucho más violento, me parece, es para la mente de un niño presenciar una pelea tipo Wrestling o las tipicas de dibujos de superheroes, que un Clint Eastwood diciendo..."se lo que estás pensando..."

    En conclusión parafraseando a mi gran amigo Jötul "hagas lo que hagas te vas a equivocar, pero eso no significa que lo hayas hecho mal."

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